[A qué estamos jugando] Yo-Kai Watch

Después de cierto tiempo (mucho) sin actualizar esta sección del blog, estreno una nueva sub-sección, «A qué estamos jugando», dentro de «El Rincón del Joystick», con resúmenes más cortos de algunos juegos que actualmente estoy jugando. Para empezar esta sub-sección, lo estrenamos con uno de los últimos lanzamientos de Nintendo para su consola portátil.

Sin entrar en demasiados detalles, Yo-Kai Watch es una saga de videojuegos que ya va por su tercera entrega en Japón (cuyo éxito y parecido hace que se le compare insistentemente con Pokémon), y en nuestro territorio nos ha llegado recientemente su primera entrega, perfectamente traducida y doblada (cuando hay diálogo hablado) en castellano. Y aunque nos viene de nuevas aquí, ya empieza conjuntamente con la publicación del primer manga basado en el videojuego y el reciente estreno de la serie animada en Boing, a parte de otros muchos productos que nos llegarán (o han llegado ya) derivados de este videojuego.

En Yo-Kai Watch encarnas a un chico (o chica) de la ciudad ficticia de Japón de Floridablanca en sus vacaciones de verano. Floridablanca es la típica ciudad que hemos podido ver en series como Doraemon, por lo que casi parece que en cualquier momento nos pudiera aparecer por cualquier esquina. En una excursión a buscar bichos, encuentra a Whisper, un Yo-Kai autodenominado como mayordomo de los otros Yo-Kai, que nos da el Yo-Kai Watch, un reloj de pulsera que nos permite ver a otros Yo-Kai por las calles de nuestra ciudad.

Sigue leyendo

Fantasy Life

Empezamos con el primer post propiamente dicho de uno de los juegos que me entretuvieron durante MUCHAS horas los últimos meses del año pasado en la consola portátil en 3D de Nintendo: Fantasy Life.

Servidor venía de otras tantas horas jugando a Animal Crossing: New Leaf, mi primera andadura en la famosa saga de recoger frutas, buscar fósiles y pescar peces gordos para pagar a Tom Nook tu casa, esa casa donde guardar todos aquellos regalos y obsequios que podías ir comprando o que los vecinos de tu pueblo te iban regalando (a veces). La mecánica de ese juego me atrajo desde un inicio, pero la falta clara de objetivos a corto/largo plazo, así como el hecho de que te absorbe totalmente, obligándote a pasar continuamente por tu pueblo para ver que se cuece, me acabó quemando.

Buscaba una historia sencilla, sin muchas complicaciones, pero que a la vez pudiera hacérmela mía, que fuera (más o menos) creíble. Algo que continuamente me fuera marcando objetivos, tanto principales como secundarios, de forma que siempre tuvieras algo más que hacer que una ruta diaria de recolección de frutas sinsentido. Y así es como apareció este juego ante mí.

Sigue leyendo